EL MUNDO
13 abril 2011
La operación que
truncó una vida
Álvaro Frías
El jueves 3 de marzo se levantó y se dirigió a cumplir uno
de sus sueños: someterse a una operación estética de pecho. Lo que no sabía
Susana Carrillo Barragán, una joven de 34 años nacida en Granada, era que a
partir de esa intervención iba a vivir un infierno que acabaría con su vida el
pasado domingo.
Susana
ya se había hecho las pruebas preoperatorias y aquel
día ingresó en un centro hospitalario privado para someterse a una intervención
que le haría dejar de pensar en un complejo que tenía desde que dejó de
amamantar a su hija.
"Tenía
un pecho más grande que otro. Hace unos meses tuvo un accidente de tráfico por
el que recibió una indemnización, entonces decidió invertir ese dinero en la
intervención", explica Juan Antonio García, la pareja de Susana. Estaba
algo resfriada y tenía fiebre. Juan Antonio García asegura que el médico que la
operó "le dijo que no pasaba nada, que le pondrían un tubo en la garganta
para facilitarle la respiración".
Al
día siguiente de la intervención recibió el alta hospitalaria y se marchó a
casa. Al respecto, el gerente del Hospital Chip, lugar en el que se llevó a
cabo la operación, Jesús Burgos, afirma que la paciente abandonó el centro
"absolutamente normal y sin ningún tipo de problema".
"No
tenemos constancia de que la mujer estuviese resfriada. El médico que la operó
está colegiado como cirujano plástico y, aunque es externo al centro, en los
diez o doce años que lleva trabajando con nosotros nunca ha tenido ningún
problema", insiste Burgos.
Pero
Susana no se encontraba bien. Su pareja explica que pasó todo el fin de semana
en casa con dificultad para respirar y andar: "Pensamos que era algo
normal, que se debía al vendaje compresivo que llevaba en el pecho. Decidimos
esperar hasta el lunes, cuando tenía cita con el cirujano".
Tras
quitarse las vendas, el resto del lunes fue una odisea. Juan Antonio García
dice que su pareja "no aguantaba más, se asfixiaba". "Tenía 40
de fiebre y decidí llamar a una ambulancia, que nos trasladó a las urgencias
del hospital Clínico", señala.
Al
centro llegó con una neumonía severa, por lo que fue ingresada en la Unidad de
Cuidados Intensivos (UCI). Pasaron 16 días hasta que Susana fue trasladada a la
unidad de neumología. "Allí empezó a comer, a beber y a dar algunos pasos,
por lo que nos pusimos muy contentos por la mejoría", recuerda Juan
Antonio García.
Quemaduras
La
historia de Susana se volvió a torcer el mismo día que le iban a dar el alta en
el Clínico. Su pareja dice que en el hospital le dieron una pastilla y le
dijeron que, si toleraba bien esta medicación, se podría marchar a su casa.
"A los 40 minutos de tomársela empezó a ponerse roja y le salieron
ampollas por todo el cuerpo. Nos dijeron que había sufrido una reacción
alérgica que le provocó un síndrome de Lyell.
Presentaba quemaduras de segundo grado en todo el cuerpo. El centro nos
recomendó el traslado al hospital Carlos Haya, donde hay una unidad de quemados
y le hicimos caso», afirma Juan Antonio García. La madre de Susana recuerda que
a su hija le quitaron toda la piel y la vendaron entera".
Por
su parte, desde el Clínico desmienten que una pastilla provocase ese proceso,
aunque sí reconocen que Susana sufrió una reacción alérgica severa por la que
fue trasladada al hospital Carlos Haya. Con las curas, en el tercer hospital en
el que Susana quedaba ingresada, mejoró. Una mañana los familiares la
encontraron "muy decaída" y los médicos, según Juan Antonio García,
dijeron que parecía que "el anestesista se había pasado con la dosis de
cloruro mórfico, que se le daba para combatir los dolores, y que se
espabilaría".
"Hacia
el mediodía seguía igual, por lo que pedí un médico. Solo vino una enfermera,
que le puso una pastilla bajo la lengua a Susana. Llegó la hora de abandonar el
hospital, pero ella me pedía una y otra vez que no la dejase sola, que se
encontraba muy mal. Le dije a las enfermeras que me dejasen acompañarla durante
la noche, pero me echaron de la habitación", cuenta la pareja de la joven.
Juan
Antonio García recuerda que por la noche llamó para preguntar por el estado de
Susana y que un médico le dijo que se fuese para el hospital porque su pareja
estaba "muy grave".
A
toda prisa Juan Antonio García y Ana Barragán, la madre de Susana, fueron para
el centro y a su llegada les informaron de que la paciente había sufrido una
parada cardiorespiratoria, por lo que la habían
ingresado en la UCI. "Nos dijeron que tenía los pulmones encharcados y que
le había fallado el hígado y los riñones, por lo que estaba muy hinchada.
Después de pasar a verla por última vez, a los 15 minutos, nos comunicaron su
fallecimiento", señala la pareja de la joven granadina. Juan Antonio
García asegura que los médicos no sabían cuanto tiempo había pasado Susana en
parada cardiorespiratoria, ya que se encontraba sola
en la habitación cuando la sufrió.
Desde
el Carlos Haya afirman que se ha realizado un seguimiento a la atención
sanitaria que recibió Susana. Aún así, la familia de la joven informó de que
denunciará a este centro por la "tardanza en la atención cuando sufrió la
parada cardiorespiratoria". Además, Juan Antonio
García asegura que también emprenderán acciones legales "contra el Clínico
por haberle suministrado supuestamente la pastilla, así como contra el médico y
el anestesista que participaron en la intervención de estética".